Ayudá a que crezca mi mini-ciudad! (?)

Te lo agradecerán de por vida (?)...

10.4.12

Basura - Historia con enseñanza

Bueno, es una historia como las fábulas, con moraleja, pero real (?), o algo así. Dedicada a Creimer y/o cualquier otra persona que se sienta tocada por el tema (?).

Empieza después del próximo punto, así que presten atención a partir de ahora.

Basura
En alguna parte del mundo, pero no cerca de donde está la persona que lo lee, vivía una tortuga. Era varón, por lo que era tortugo (?). Al igual que cualquier tortuga, no tenía nombre, pero por razones de copyright (?) le vamos a decir... Eustaquio (??). A Eustaquio le gustaba caminar a su velocidad, más rápido que una tortuga trepando un roble pero más lento que una tortuga trepando un ciprés. Pero Rodrigo, el ornitorrinco huérfano que le cobraba el alquiler del departamento el primer viernes del mes, no quería que caminara a su velocidad (más rápido que una tortuga trepando un roble pero más lento que una tortuga trepando un ciprés), porque dejaba un rastro de papeles en su camino. Entonces, decidió poner carteles en todo el edificio para hacer reunión de edificio (?). Y unos días después, se reunieron en el departamento del hipopótamo, el más grande del edificio. La hormiga del cuarto piso (la puerta que tiene una B y un cuadro de cuando se recibió) no pudo ir porque tenía que charlar con su abogado por lo del divorcio, y Pablo, el pingüino, no se enteró porque no puede tardar mucho en el recorrido entre su habitación especialmente calefaccionada y donde trabaja. Pero no importa, porque son agregados de último momento (?).
Después de una taza de café (o una jarra, o una tapa, o lo que quedara bien para el tamaño de quien tomara), fueron derecho al tema. Rodrigo inició una agradable charla con su aire natural de superioridad, porque viste los ornitorrincos huérfanos que siempre hablan así, agrandados como siempre. Y dijo (en ornitorrincañol, perruno, tortugués y el idioma interracial animal, el hormiguino) que si encontraban envolturas de comida en el piso del edificio, se las llevaran al señor-tortugo Eustaquio, para que él los tirara porque la culpa era suya. Excepto Eustaquio y Gerardo (el gato francés con miopía del 3ºA), que no entendió ninguno de los idiomas, todos se (y le) preguntaron cómo podía ser posible que una tortuguita tan esponjosa como Eustaquio pudiera hacer semejante maldad como tirar papeles al piso, y Eustaquio se (y le) preguntaba, rojo como un elefante (rojo), por qué ninguna otra persona (persona-animal) podría haber tirado algo y sólo él era el culpable, ya que él apenas estaba en el edificio (porque, a la velocidad a la que caminaba, podía bajar 34 escaleras y avanzar 30 metros antes de darse cuenta). Y luego de pensar un poco, lo descubrió: Los papeles que supuestamente tiraba en realidad se le caían porque, de lo vago que era, no tiraba ningún papel al tacho y se los guardaba en el bolsillo para tirarlos algún día y entonces, como tenía los bolsillos llenos, no entraban más y caían cuando caminaba más rápido que una tortuga subiendo un ciprés. Entonces se le ocurrió una idea para no seguir siendo el culpable. Sacó todos los papeles que tenía en los bolsillos y los dejó caer.
Los animales que estaban reunidos, al ver semejante maldad viviendo en su mismo edificio, lo echaron. Incluso tuvieron que agarrar a la hormiga boxeadora del 5ºC entre dos jirafas porque quería pegarle después de que casi lo mata aplastado por envoltorios de caramelo. acá termina la parte que ya tenía antes de llegar a casa y comienza el final luminoso (?)
Y así quedó Eustaquio, solo en medio de algún lugar del mundo, sin nadie que le regalara monedas para comprarse chocolate, ya que si lo hacían temían de que tirara el papel en el piso. Estuvo así durante varios días hasta que decidió volver al departamento a limpiar los pasillos. Cuando llegó, le dijo a los animales que iba a tirar los papeles en el tacho y que iba a recordarlo siempre después de tener un papel en la mano tortuguesa (?).
Fin
acá termina el final luminoso y comienza el final real, también llamado final oscuro
Y así quedó Eustaquio, solo en medio de algún lugar del mundo, sin nadie que le regalara monedas para comprarse chocolate, por miedo de que tirara el papel en el piso. Estuvo así durante meses, ya que así era él y no quería cambiar. Al comienzo del quinto mes, cuando olvidó finalmente que los viernes pagaba el alquiler, oyó ruidos acercándosele. Escondido detrás de un matorral (?), vio a Rodrigo, la persona que lo había convertido en un vagabundo (??). Pero ahora lucía (?) distinto. Hacía ruidos de vaca, como cuando están con enfermedades y hay que matarlas, y detrás suyo venían todos los otros que vivían en el edificio cuando él vivía allí. Y estaban todos distintos y hacían ruido de vaca. Cuando se acercaron lo suficiente, Eustaquio descubrió con horror que sus compañeros de edificio ahora eran zombies, y que no venían a perdonarlo sino que venían a comerlo. Empezó a correr, pero como era una tortuga, no lo consiguió y, como llevaba cinco meses fuera de la ciudad, ya había olvidado su forma antigua de caminar, y sólo lograba hacer pasos de vagabundo, más cortos que los de una tortuga sonámbula pero aún así más largos que los de una tortuga momia. Después de tres pasos, la hormiga del 4ºB (la que no había ido a la reunión, pero igual estaba enojada con Eustaquio) lo alcanzó y se lanzó a su cuello. Unos minutos después, sólo quedaba un caparazón ensangrentado, porque bien se sabe que las tortugas no se pueden convertir en zombies y que las tortugas esponjosas son deliciosas.

Y bueno, ahí termina por completo. La moraleja del final luminoso es que más vale pájaro en mano que cien volando (?) no tenés que tirar papeles en el piso; y la del lado oscuro es más te vale no tirar papeles al piso o vas a terminar comido por los zombies, espero que se haya entendido igual.

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